22.4.17

I had a black dog

Mi tatuaje es como todo, es lo que cada ojo vea.
Considero que los sentimientos son de las mayores virtudes que la evolución nos ha brindado pues nos permiten disfrutar a demasía muchas situaciones de la vida. Existe la contraparte, o séase el sufrimiento a demasía, que cuando es sostenido se bautiza como depresión, siendo ésta última una patología que prevalece en la población hoy en día. Afortunadamente formo parte de ese porcentaje de personas que padeció o padece dicho trastorno, y digo afortunadamente porque el hecho de haber vivido esta enfermedad en carne propia me permite el rápido entendimiento y reconocimiento de la misma en otros individuos y ayudarlos antes de que sea demasiado tarde. Cabe aclarar que con esto no quiero decir que los que no han vivido una situación semejante a la que ven que hace sufrir al prójimo no sean capaces de sentir empatía, lo que quiero expresar es que todo se aprende y recuerda mejor cuando se experimenta personalmente que cuando se hace con base a experiencias ajenas. En mi corta vida he tenido tres periodos depresivos diagnosticados, cada uno de ellos vividos en situaciones muy diferentes pero siendo el común denominador mi falta de inteligencia emocional. Vivir en un estado depresivo es similar a existir viendo en blanco y negro, a sentir frío todo el día, un frío que te congela y adelgaza, convirtiéndote en un ser tan frágil que hasta el viento soplado por un niño puede desintegrarte. Es vivir con los sentimientos a flor de piel, manteniéndote en un estado de sensibilidad excesiva que resulta enfermizo. Es sentir que la vida es una película aburrida en la que eres un extra, lo que te lleva a pensar que tu ausencia en ella probablemente la tornaría entretenida o simplemente no habría cambios en la misma, o sea una indiferencia ante el curso de las cosas. Es respirar porque lo haces automáticamente no porque tengas deseos de hacerlo. Básicamente es convertirte en un robot. Y si la enfermedad avanza los síntomas se agravan hasta culminar en la emergencia psiquiátrica más temida, la ideación suicida o bien el intento del mismo y en el peor de los casos para los seres queridos el éxito del suicidio. Encontrarse en un episodio depresivo es de por si terrible, tener ideación suicida es una situación aún peor. En mi caso cuando en mi mente deprimida empezaron a asomarse las ideas de que terminar con mi vida era la solución de todos mis malestares, me invadió un miedo tan grande que me resulta imposible describirlo. Inicialmente intenté el autocontrol con las técnicas enseñadas por mis psicólogos previos, sin embargo la presentación de las ideas fue cada vez más frecuente, hasta que me percaté de que la posibilidad de llevarlas a cabo era muy alta, siendo ese momento en el que acepté que yo no podía controlarlo y que necesitaba ayuda. Me armé de valor y con el miedo de ser juzgada confesé el estado en el que me encontraba y mis antecedentes de cuadros depresivos, pedí ayuda sollozando sintiendo una debilidad infinita. Y es que aceptar estar enfermo es difícil y es aún más dejar que otros sepan que lo estás. En lo personal hablar de mis sentimientos es de las cosas que me resultan más difíciles, no es que no lo haga por falta de confianza a los que considero amigos y familia, no lo hago porque simplemente me resulta sumamente difícil. Expresarlo escribiendo es lo mío, pero no siempre es suficiente, hablarlo e incluso en ocasiones gritarlo es la mejor catarsis. Y bueno después de confesar mi patológico estado mental obtuve un apoyo que sinceramente no esperaba, me percaté del cariño que despierto en muchas personas y de lo importante que soy en su corazón, mismos que me ayudaron a darme cuenta de que valgo la pena, que si bien no soy indispensable soy una persona valiosa para ellos y lo puedo ser para otros. Que tengo mucho que ofrecer y mucho porque vivir. Que el sentido de la vida no es el mismo para todos y que buscar respuestas claras a todos mis cuestionamientos es meterme en un laberinto sin salida. Que la vida es dura pero no imposible y que todo, todo depende de los ojos con los que veas las cosas. Gracias al apoyo de mis seres queridos, de aquellos de lo que yo creía les era indiferente mi persona y de expertos en el tema logré salir adelante. Lo agradecida que me siento con ellos jamás podré expresarlo porque es demasiado, pero sepan que siempre podrán contar con mi persona y que mi cariño por ustedes es mucho. Y puedo escribir con gusto que me encuentro escribiendo esto sin lágrimas en los ojos, sin miedo a ser juzgada y con el fin de romper los tabúes sobre las enfermedades psiquiátricas, especialmente en el mundo médico, que es el mundo al que pertenezco.

28.3.17

Sobre porqué soy bien pata de perro

La tristeza prepartida, ésta fue en el
hermoso Buenos Aires.
Viajar es una de las actividades que más disfruto, una inversión tan redituable que me es imposible dejar de lado. La pasión que tengo por viajar se la debo a mis padres pues desde pequeña me dieron la oportunidad de conocer otros mundos, de abrir los ojos más grandes y de saber que lo que tengo frente a mí no es lo único que existe. Me guiaron a convencerme de que la vida está llena de oportunidades infinitas en todos los sentidos. Atesoro recuerdos de la niñez en los que viajábamos a lugares completamente diferentes a los que crecí en los que me divertía al impresionarme con la diferencia que existía entre lo que yo veía día a día y lo que conocía en cada lugar nuevo que pisábamos. Estas enseñanza entre otras están talladas en mí, grabadas como las huellas que se quedan en el cemento cuando fue pisado en su fase de secado. Están tan arraigadas que se han convertido en parte de mi espíritu, de mi persona que es considerada aventurera. "El ave no es del nido donde nace sino del Cielo en el que vuela".
Una de las cosas que impulsa mi alma de pájaro es el conocimiento de que para volar no se necesita más que las ganas de hacerlo pues basta con ahorrar un poco de dinero, buscar el tiempo para alzar el vuelo y elegir el destino en el que se desea aterrizar. Una vez tomada la decisión no se requiere nada más que la convicción del deseo de hacerlo, se necesita eso y ya, no es menester ir acompañado, pues para llegar a donde se sueña el apoyo y compañía de los que quieres es importante más no imprescindible, si se tiene hay que cultivarlo y cuidarlo y si no hay que seguir adelante y viajar hasta donde se quiere llegar sin pisotear a los vecinos del viaje. Cuando viajas te percatas que existen muchos otros con el mismo destino que tú y sobra decir que es mejor tenerlos como aliados que como enemigos. Yo por ejemplo, he tenido la fortuna de conocer todo tipo de personas en mis viajes, siendo mayor la cantidad que conozco cuando me voy sola con mi mochila. Me han compartido tantas experiencias, ideas y perspectivas, que seguramente no están conscientes de que cada uno ha contribuido de alguna forma en la manera en que mis ojos ven las cosas. Todas las personas, culturas y países son diferentes pero siempre tienen más parecido del que creemos y es esa la clave para lograr la comunicación con aquel que parece tan diferente, saber que lo parecido que tenemos nos permitirá entendernos y lo diferente nos enriquecerá pues nos lleva a tolerarnos. La tolerancia es una de las cosas que más he desarrollado como consecuencia de mis viajes. Y la realidad es que después de cada viaje a pesar de que llego con la cuenta bancaria vacía me siento más rica, pues siempre regreso ignorando menos que cuando me fui. Y siempre que se acaba el vuelo, regreso con ganas de más, es como una droga pero una a la que no se desarrolla tolerancia (afortunadamente), es un vicio que mi mente busca siempre que tengo días libres, es una pasión que predomina en mi vida, es algo que me brinda un bienestar inigualable. Es por éstas y mil cosas más de las cuales escribiré después, soy como dicen "bien pata de perro".
Y aquí estoy frente a la cascada de Basaseachi, una belleza chihuahuense.


26.3.17

Tantos quisieras que tengo

Todos los días soy un sube y baja y por eso:
Quisiera no explotar internamente y sentir necesidad de huida por no saber cómo canalizarlo: Correr mentalmente, llorar realmente, sentir ahogo y una desesperación asfixiante.
Quisiera ser capaz de impedir que mis emociones dominen mis acciones.
Quisiera lograr que mi mente y mi corazón llegasen a acuerdos y que ello determinara el rumbo de mis decisiones.
Quisiera que mis palabras y actos no dañasen a nadie.
Quisiera sentirme muy cercana a alguien y no algos.
Quisiera dejar de utilizar el cigarro y otros vicios como ansiolíticos.
Quisiera no estar fumando mientras escribo ésto.
Quisiera encontrar cosas que me hagan feliz por más tiempo.
Quisiera tener más tiempo para hacer lo que me relaja, lo que me desahoga.
Quisiera no cuestionarme y por consiguiente quejarme tanto.
Quisiera tener con quien compartir esto que se está desbordando.
Quisiera no sentirme sola y extrañar tantas cosas.
Quisiera no tener que escribir ésto para sentirme mejor.
Quisiera tener inteligencia emocional.
Quisiera se me facilitara más hablar que escribir.


Dominical

Un fuerte y brutal estremecimiento de mis intestinos fue mi despertador el día de hoy. Sentí como si una lanza atravesara mi abdomen, el dolor que me produjo hizo que se presentaran las asquerosas náuseas que me han acompañado los últimos días, corrí desesperada hacia donde podía deshacerme de lo que sea que venía acompañando todos estos malestares. Una sorpresa me llevé cuando descubrí que la náusea trajo consigo lo que siempre anuncia pero no siempre llega, mismo que hizo que mi dolor abdominal terminara. Me reincorporé e inició mi día como cualquier otro. Desafortunadamente, la náusea aún persiste y el malestar general por igual y en cualquier momento siento que la fiebre tocará mi puerta, la cual será rechazada por un gramo de paracetamol en caso de presentarse. Hoy es un domingo enfermizo del que tengo que aminorar sus malestares puesto que tengo exposiciones que preparar y temas que leer. Mis adorables Smiths me acompañan en este mal día.

18.3.17

Hola vida

Concentré la mirada por unos segundos en una pequeña cadena que se movía de un lado a otro horizontalmente y seguidamente me adentré en un sueño profundo del cual no recuerdo nada. Dice ella que durante esos minutos se encargó de convencer a mi subconsciente de ordenar mis ideas y sentires para que estos no me desequilibren cuando se desbordan. Funcionará porque lo creo, porque lo quiero y porque lo añoro. Me encuentro en espera del resultado.

En el paro

Que se desdibuje de la pantalla el trazo tan temido, que el masaje agotador lo reactive, que le lleguen los gases que necesita, que las drog...