9.7.10

Reflejos


Las palabras fluían de mi boca, salían, escapaban, buscaban casa. Una cabeza nueva donde vivir. Al salir de mi el viento se las llevaba consigo o el calor del exterior las quemada, pues no sé si se esfumaban por lo dicho o simplemente se perdían en el vacío. Comenzaba a preocuparme por su bienestar, yo no quería ese drástico final para ellas. Estas palabras, las protagonistas de mi entrada son perfectas, todas con sentido, son las responsable de mis respiraciones y las culpables de malentendidos, son las más explícitas que hay. Sin ellas el sentido de mi vida no tendría principio ni final (¿realmente lo tiene?). Mantienen los lazos que me unen a la humanidad, yo soy humanidad, huelo a humano. Al considerar estas y más perfecciones de mis palabras algo en mi me decía: no las dejes ir, no las dejes perderse. La conciencia es mi dios, así que opte por hacer lo que me dictaba. Cerré la salida y las palabras, las ideas permanecían dentro, en un lugar seguro y cálido, ese lugar donde jamás han de perderse, jamás jamás jamás.

Ahora me pregunto si serán ellas las que me queman dentro, las que me hacen sentir a punto de explotar, me pregunto si tengo tantas palabras acumuladas que ya no hay espacio para más. Sean ellas o no las responsables, las he de mantener conmigo hasta que encuentre un nuevo hogar seguro para ellas, una cabeza que les busqué con la mirada, un cabello que les roce sus dulces esquinas, una sonrisa que las haga brillar, un dueño que las ame cual el sol a la luna.

Eterna etérea etapa...

En el paro

Que se desdibuje de la pantalla el trazo tan temido, que el masaje agotador lo reactive, que le lleguen los gases que necesita, que las drog...