19.9.15

Fragmento chistoso de París era una fiesta

- ¿No te interesa saber cómo terminó?
- No.
- ¿No te interesa la vida, ni el sufrimiento de un ser humano?
- El  tuyo, no.
- Eres brutal.
- Sí.
- Pensé que tú me ayudarías, Hem
- Lo que me gustaría es pegarte un tiro.
- ¿Serías capaz de hacerlo?
- No. El código penal lo prohíbe.
- Yo haría cualquier cosa por ti.
- ¿De verás lo harías?
- Claro que lo haría
- Entonces guárdate de volver a este café. De momento es lo único que te pido.
Me levanté, y el camarero se acercó y pagué.



Pensando con los ojos

Sin proponermelo cada que salimos a vagar mis sentidos y yo, mis incontrolables ojos buscan posarse en los detalles de lo que los rodean, se esmeran en encontrar todo aquello que me puede poner en peligro o que me puede acariciar el alma. Su responsabilidad para conmigo es grandísima, pues tienen bajo su tutela una gran parte del ejercito de recuerdos que conforman mi persona. Éste par de ojos funcionales que afortunadamente tengo se encuentran en infinita lucha con la audición y la visión por ser el favorito de mis sentidos. Generalmente no me detengo a analizar y pensar que sería de mí si no tendría alguno de ellos o cualquiera de las partes que conforma mi cuerpo. La perfección del funcionamiento al unísono de todos mis órganos es tan compleja que no deja de maravillarme, es hermoso, único y asombroso. Por esto y por más amo esa rama de la ciencia que se especializa en el entendimiento del funcionamiento del cuerpo humano, que busca su sanidad a toda costa y la prevención de que enferme. Tengo la fortuna de estudiar esa maravillosa ciencia llamada medicina.

Sobre la infidelidad

"Al principio es divertido y estimulante, y sigue siéndolo por largo tiempo. Todas las verdaderas maldades nacen en estado de inocencia. Uno vive al día, y goza de lo que tiene y no se apura. Uno empieza a decir mentiras, y no quisiera decirlas, y empieza el desmoronamiento y cada día crece el peligro, pero uno va viviendo al día, como en la guerra."

Fragmento de París era una fiesta de Hemingway

4.3.15


Jean-Marc Desgent
Selección del Poemario: Ce que je suis devant personne.

Lo que soy frente a nadie

Nadie, pronto, nadie, en otra parte. Entonces, voy donde no hay
camas para dos, donde no existen palabras inútiles. Por
supuesto, a veces envidio al enamorado que se desviste sin
pensar, que se desliza cerca de su próxima catástrofe, que

no se equivoca traicionando la luz o la materia de su propia
realidad. Imagino, conmovido, sus pequeñas vestimentas
dobladas o tiradas sobre la silla, en la pieza, en la vida.

Prefiero las cosas abandonadas. Están ahí para nuestros cuerpos
cesantes, para nuestros cansancios de obreros. Ellas nos
llevan de regreso al cero, ellas reflejan la unidad del ser

y del mundo, ellas se quiebran por nosotros, ellas se quiebran
muy bien; se alejan, pues, de los que piensan en los libros o
que se ven como verdades.

II

Tantas miserias, de dolor me absorben, me interrogan, me invaden
que me es imposible ser exacto. Ellas me devuelven a mis
zapatos desolados, a inviernos interminables, a pasos en el
centro de la borrasca, a la soledad que creada por frío, al
desdoblamiento del ser. Pensar, morir, llorar no me pertenecen
más. Los sueños se apagan por si solos, ningún resguardo
es conveniente.

III

Sucede que inadecuado en lo real, me enamoro de una silla, de una
cama, o de un teléfono público.

Los ojos, cuando son verdaderos ojos, ojos enloquecidos, ojos de
profundas necesidades, me vigilan, me siguen y toman lo que
arrastra...lo poco que me queda. Mis hermosos ojos irrespon-
sables no conservan nada; ni el movimiento, ni la blancura de
las aves, ni la fachada de los monumentos, ni el movimiento
de la blancura de las aves sobre la fachada de los monumentos.

Me alejo de la forma humana como huyo de mi persona

insuficiente. Frente a la ventana, veo el marco, frente a la
suma de necesidades, de las urgencias absolutas, sano

el hambre y la sed.

IV

El hablar me complica y me destruye. Entonces, lo digo todo sin

gravedad: Tengo escalofrío, acelero el paso, agarro un catarro,

acomodo mi bufanda, bajo las pupilas, tengo calor, tengo

frío, soy una pequeña mecánica espiritual atrapada por la nieve.

Después del paso de los veinte últimos siglos, después de todas

esas voces sin unidad formal, después de tantos otros

corazones malditos, después del amor esparcido fuera de nosotros,

después de nuestros poemas destructores de poemas,
comprendo que nada me sana, que nada me consuela.

V

Dominado por un dolor que me irrita hace dos días, dominado

también por esta luz de atardecer que entorpece y que me

recuerda un día en que amé a alguien, tengo el ritmo lento de
los buques de carga, doy mi voz al ser de la soledad, de

memoria, aprendo los poemas que transportan el agua,

el abastecimiento adonde la existencia es frágil
y sin contemplación.

Seamos concisos, materiales, indiferentes, perfectos: La realidad
es nuestra monstruosidad; Ella nos deja a merced de nuestro

rechazo al inmediato. Sin embargo, nada que se derrumba, nada
que no continúe su trayecto, nada impensable, nada sorprendente.

El agua corre, el fuego penetra la madera, las llamas
suben hacia la nieve, la nieve se establece en nuestros

hombros, somos del vértigo, nacemos como chispas e iluminamos
momentáneamente las noches que atravesamos.*
-----------------------------------------------------------------
* El calor me desgasta. Un libro sobre una silla me atrae pero no
tengo ganas de leer. Algunos pájaros grandes, a lo lejos, se disputan

y acompañan mi alcohol que vuela, que resbala, me enamora.

Nuevamente veo el invierno y una vez más caminando

contra el viento. Me digo que en las noches de invierno,

parecemos animalitos emboscados. Pienso en alta voz

en los momentos en que todos estamos muy cansados. Pienso
que faltarían ángeles para trabajar por nosotros. Pienso como se muere.


El vientre del invierno, el pesado abrigo colgado para que se

seque, la mano sobre la mesa, la otra imitando el vuelo de
las aves, algunas palabras tan materiales que calientan mi
cama, la manada corriendo sobre el banco de hielo en un

sueño, una casa aislada en el frío, la embriaguez frente a la
actualidad del día, los astros que caen y los que aparecen

frente a nuestros ojos, los seres transformándose en piedras
y poniéndose inescrutables, las tristezas que duran hasta el
día siguiente, todo el agua de la sed, el silencio guardado

sobre ciertas cosas para no ir demasiado rápido a la muerte,
el cuerpo como lugar privilegiado de la tierra negra.
Eso se envuelve bajo mi propio nombre.

25.1.15

DI NO A LA LITERATURA

Es domingo. Llamaría verano a este exceso de expectativas,
aunque esté a punto de arroparme.
La cama de mis padres suple el terreno
del que se me arrancó. Supongo que me gustaría
hacer justicia al amor que recibí y, por tanto,
seguir echándolo de menos. Pero aquí
nadie permanece. Diría que estoy bien
ahora que solo escucho una pelota ventana abajo, donde
tres palmos de persiana bloquean el exceso, donde
sobre el colchón reposo la luz
en cuarentena. Al acelerarse el golpeo,
supongo a un niño botando un balón. Absolutamente, pienso,
se regenera todo. El edificio de enfrente que bloquea las nubes, sobre mi cristal,
crea una copia exacta. Me planteo
si empezar un libro y aprovecharme en el espacio. Me antepongo
a mí, por eso precisamente. Acabo de descubrir que no necesito
nuevas voces ni vidas afuera; no ahora que he empezado
a aceptarme en la mía. Me giro pensando que ojalá
no vuelva a necesitar la literatura. No volver a escribir,
lo agradecería tanto. No volver a recordar al hombre. No obstante,
me duermo asumiendo la realidad
en cada uno de sus términos. Poniéndome a mi altura,
me comunico. Me digo todo pasa y, por muy tratado que esté el amor,
también se olvida todo.

ALBERTO ACERETE

2.1.15

Así estoy


Y qué hacer cuando no se sabe lo que se quiere o lo que se debe hacer.
¿Qué hago para descubrirlo, saberlo y hacerlo?
¿Cómo hago para resolverlo?

En el paro

Que se desdibuje de la pantalla el trazo tan temido, que el masaje agotador lo reactive, que le lleguen los gases que necesita, que las drog...