19.8.09

La resistencia


...Un buen día advertí que mi tiempo y mi espacio se habían saturado y contaminado por el mundo exterior y que el estrépito reducía de modo lamentable dos de mis placeres mayores: la lectura y el sueño. Era, me parece, el primer anuncio de un disgusto radical, de una angustia difusa; en realidad de un auténtico miedo...

La espesa neblina del verano turbaba todo lo que al alcance de mis ojos estaba, el sonido del silencio hacía sordos mis oídos y el oxígeno era insuficente. Parecía que la densa neblina aletargaba todo aquello que daba vida al paisaje. El silencio y la inmovolidad provocaban que mis sentidos atendieran más el entorno, sin embargo sólo captaban escasas oleadas sensoriales. Digamos que el ambiente que se vivía era el adecuado para perderse en los más profundos pensares personales, debió ser eso lo que me invitó a desenvolver el manto que cubrió mis libros por tantos años. Aquella tela que no dejaba pasar ni el más insignificante sentimiento, pues si lo permitía, su perfecta estructura se resquebrajaría y el paradigma sería imposible de seguir...

El día fue hoy.

2 comentarios:

marszoid dijo...

La rutina diaria de vivir en una realidad tan desconectada del mundito feliz donde deambulan nuestras ideas, es bastante amarga sin un buen rato de ahogamiento mental en tus propios charcos de ideas.

Yo desenterré mis libros de la caja donde yacían dumientes en el closet. Ahora trato de leer la Divina Comedia, acabo de terminar La Orden del Temple.
Fantasioso y conspirativo, fue un buen libro :)

Un café un día de estos mon amie, nos caería bastante bien.
Miss ya

Jenny dijo...

Digamos que el ambiente que se vivía era el adecuado para perderse en los más profundos pensares personales.

Que hermoso mon amie, disfruto tanto esos momentos

En el paro

Que se desdibuje de la pantalla el trazo tan temido, que el masaje agotador lo reactive, que le lleguen los gases que necesita, que las drog...